Del camino que se sube y se baja


Bosque de Lizarrusti, en domingo de abril ligeramente soleado.

Escribió el poeta:

"Hay que andar por el camino
posando apenas los pies;
hay que ir por este mundo
como quien no va por él.

La alforja ha de ser ligera,
firme el báculo ha de ser,
y más firme la esperanza
y más firme aún la fe [...]

(Amado Nervo, 1914)


Parecía fácil -al inicio- ascender las colinas del bosque de Lizarrusti, mas unas pendientes algo caprichosas casi se interponen. Felizmente, la vista de desfiladeros, hayas y un túnel de roca, colaboraron para llegar al embalse de Lareo.



Que en las subidas no nos abandone la esperanza ni la fe -como dice el poeta- así cada uno de los descensos serán, además de motivo de satisfacción y alegría, razón para planear el siguiente reto. 

La vida es también así.

De gallos y veletas

Foto tomada en el caserío de Kortezubi, provincia de Vizcaya.


“De Dios es el gallo digna criatura
y él es del presbítero típica figura
sobre el templo el gallo, contra el viento erguido
alza la cabeza y está prevenido,
así el sacerdote, cuando el diablo venga,
que por su grey pelee y al dragón detenga.
El gallo es el único entre las aves
que oye de los ángeles los conciertos suaves
y nos amonesta a que mal no hablemos
y que los celestes misterios gustemos”.

                            (Estrofa de poema anónimo del siglo XII. Catedral de Oeringhen, Alemania)

Aunque hoy en día existen veletas con variadas formas, el gallo sigue siendo una figura tradicional en tejados de casas e iglesias.
Sobre su origen, se dice que simboliza la luz porque su canto anuncia la salida del sol.
También la custodia, vigilancia y supremacía de lo espiritual sobre lo material.
Disfruto las veletas, al igual que las copas de los árboles, porque son motivos que llevan luego a mirar el cielo.