Es un cliché válido cuantas veces se tenga la sensación.
¿Has sufrido alguna vez la excitante impresión de que no te entiende nadie? Se trata, en efecto, de una sensación desesperante y hasta extenuante pero, llegado a un punto, su naturaleza vira y llega a convertirse en una voluptuosidad de primera clase.
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