El ‘Black Friday’ de Estados Unidos de América, iniciado en 1966, y
generalizado en 1975 -como se sabe- ocurre enseguida del Día de Acción de
Gracias, que se celebra el cuarto jueves del mes de noviembre, caracterizándose
por significativas rebajas en los almacenes, que pasan de números rojos a
números negros.
En México se imita dicho programa desde el año pasado: “El buen fin”.
Para la emisión 2012, el ramo empresarial espera una mayor obtención de
ganancias que las del anterior.
De acuerdo a la información que se difunde al respecto, algunas
instituciones públicas y empresas adelantarán aguinaldos y gratificaciones de
fin de año a sus trabajadores. Se busca –dice el coordinador general del
comercio organizado- darle una sana inyección a la economía y reactivar el
mercado interno con beneficios concretos a los consumidores.
Paralelamente a esos propósitos, existe la innegable realidad de que
el ritmo de la actualidad hace imparable la industrialización en masa de
artículos -merced al ansía de novedad de la sociedad y al uso de la propia
tecnología- los que deben ser rápidamente sustituidos por otros, situación que
obliga a venderlos de un modo apresurado.
Pero, cuál autoridad cuida que no se engañe a los consumidores
respecto la veracidad de descuentos en la mercancía que se ofrece. Promociones
del treinta, cincuenta o hasta setenta por ciento de descuento son casi
irresistibles, ¿serán reales?
Se crea la ilusión de un paraíso de óptimas circunstancias de compra
de objetos de diversa índole -una especie de engaño comercial anual- auspiciado
tanto por las instancias gubernamentales como por la iniciativa privada,
adelantando la temporalidad de los patrones de consumo. De acuerdo a la
información que circula sobre el tema, el programa resulta atractivo para el 68
por ciento de los mexicanos, quienes confían en realizar compras mayores a los
cinco mil pesos.
¿Y cuando llegue la época navideña que tiene de suyo un marcado afán
de compra, habrá suficiencia económica en los bolsillos de los ciudadanos, si a
muchos de ellos les fue adelantado el aguinaldo, o en su defecto, compraron a
crédito objetos que tarde o temprano deberán pagar?
Quienes no cuentan con una disciplina o educación financiera, ¿podrán
sobrellevar cómodamente un sobreendeudamiento que puede adelantar la cuesta de
enero al mes de diciembre?
Las casas de empeño, que tampoco tienen una verificación precisa de
parte de las instancias competentes, serán quizá las “beneficiadas finalmente”
de los excesos de un programa plagiado que se aplica en un país, cuyos
habitantes, en su mayoría, no cuentan con economías sanas en lo particular y
familiar.
La Procuraduría Federal del Consumidor se limita a exhortar a la
población -dado que mayor espectro no cubre- a ejercer un consumo inteligente y
erradicar las compras compulsivas, recomendando identificar las verdaderas
necesidades, planear con anticipación las compras de bienes y servicios e
informarse de las promociones existentes.
Pero como en este país se goza de diversas libertades (felizmente),
cada uno hará del siguiente fin de semana lo que decida.
"Corto y memorable, profundo y brillante; simple y único; impactante,
perdurable, creíble y relevante".
De esta definición que hace Luis Bassat sobre el eslogan, me ocuparé cuando haya uno más creativo que el mencionado.