Mafalda (50 años de tener 7)


Apasionada de las historietas en la infancia, me acompañaron en aquellos tiempos: Lulú, Periquita, Lorenzo y Pepita, Gasparín, Riqui Ricón, Donald, Copete, Hugo, Paco y Luis, Madame Mim, Archie, Torombolo, Sal y Pimienta, la Zorra y el Cuervo, entre otros personajes.
Con Mafalda, a quien veía en las vitrinas de la librería que solía visitar con mis padres, no tuve trato estrecho en aquellos tiempos. Más de una vez hojee las ediciones apaisadas de sus tiras y no les entendí.
Pasaron los años.
Cuando comencé a leer a Herman Hesse, Ortega y Gasset, Jostein Gaarder, encontrándome en un nuevo mundo de revelaciones, me regalaron una taza que hasta ahora conservo –y en este momento contiene mi café-. Es de Mafalda, cinco escenas distintas, columpiándose feliz, hasta que ‘pone los pies en la tierra’, y es cuando dice que se acaba la diversión. Dentro de la taza, Libertad, la amiga de Mafalda refiere: ¡Lo que es ser realista!
De ahí nació mi pasión por Mafalda, comprando en Sanborn’s, en la medida de lo posible, esas ediciones apaisadas que leía y volvía a leer.
En 2010 cumplí 40 años, y un querido amigo me regaló la edición ‘Toda Mafalda’. Como su nombre lo indica, son todas las tiras que Quino hizo sobre ese inmenso personaje.
Me gusta Mafalda por su filosofía de la vida, su genial sentido del humor, curiosidad y claridad en sus ideas. También porque le preocupa el mundo, como a mucho de nosotros, y lo que hacemos al respecto, no es suficiente.
Es curioso que Quino, en un contexto político determinado, haya podido percibir tanto del presente universal y porvenir. Seguimos con las agujetas mal amarradas, tropezándonos con nuestros mismos pasos.
Los personajes de las tiras de Mafalda muestran, de un modo divertido, diversas formas de ser de los adultos: el afán de riqueza de Manolito; el carisma de Felipe, así como su angustia permanente; la envidiosa y egocéntrica Susanita; las deducciones ingenuas de Miguelito; la sencillez de Libertad; la inocencia y rebeldía de Guille; y por supuesto, los padres de Mafalda, una ama de casa que abandonó sus estudios para casarse y un agente de seguros; ambos responsables, amorosos y, comúnmente en aprietos con las preguntas de su hija.
50 años de Mafalda. ¡Gracias Quino!
Que sigan subsistiendo tantas ideas, y... las hagamos realidad.

“¿Y si en vez de planear tanto voláramos un poco más alto?”

Pd. Recomendable el artículo de Leila Guerriero sobre tema de Mafalda y su aniversario, en