Onomatopeya del beso



'La eterna primavera', Rodin, 1884.
 
 ¡Mua!
¡Chuic!
¡Smack!
¡Chuu!
¡Suc!
¡Glup!
Como suenen, pero que sea en el mar de tus labios, esos sabor a espresso café.
Como suenen, que me acerquen a esa llanura tibia donde se juntan las aguas,
bordéame con tus manos mi cintura,
déjame dibujar con las mías espirales sobre tu espalda;
enhebremos hilos invisibles que nuestros cuerpos fundan,
responderte con la misma vehemencia de tu convocatoria,
recorrámonos sobre la ropa, mientras los continentes que han de ser nuestros esperan la siguiente ocasión.
Besarnos de la sala a la cocina, de la alfombra a la escalera,
y que también la ternura se haga beso cuando paso por el reverso del sofá y me inclino a hacerte una corona de ellos.
Volcán, ladera, llanura, siémbrame suspiros, aunque no se tenga tan clara su propia onomatopeya.