A dos manos


'Si supiera' (poema de Miguel Rubio)


'Vía alterna' (Prosa mía)

Si yo supiera por un segundo,
lo que piensa el águila en sus vuelos
si por un instante viviera
dentro de un ataúd y pensara
lo mismo que el gusano de un muerto.
Te podría explicar.

[He visto lombrices cortadas en pedazos, mostrando movimiento cada uno de ellos minutos después; las he multiplicado, con horror, pensando en la vida de la planta, y al final me entero que, por recomendación de experta, las lombrices no se aniquilan del jardín; ellas hacen túneles en la tierra que la oxigenan. Ya no quiero que inhumen mi cuerpo, como siempre lo pensé; quiero ser polvo que venga y vaya del brazo del viento; el mismo que hace del cielo, morada de águilas, zorzales, mirlos, golondrinas.]

Si entendiera cuando el viento habla,
si mi mente, como un relámpago fugaz
tuviese a su alcance los recuerdos
de una vieja y paciente montaña
que ha visto pasar los siglos
desde su altura privilegiada.
Te podría enseñar.

[Enseñar las líneas que bordan el horizonte, al amanecer; el ocaso. Diriges tu mano a un lugar, y ya en el pensamiento de quien mira, existe dirección. Quién podría descifrar al viento; recordar como montaña. Muestra coordenadas de lo inmenso, será bastante.]

Si la luna me respondiera,
si pudiese hablar con las ballenas,
seguir el ritmo de los delfines
cuando bailan con las sirenas.
Trotar por la noche como un lobo,
despertar como un rosal en primavera.
Te podría contar.

[Cuenta todo, lo ocurrido, lo imaginado, lo nombrado, los sueños; pero no cuentes así, con números en la cabeza; contar es describir; que ya ha quedado claro lo inconmensurable de las cifras; y más de uno ha soltado ese afán de buscarle un linde al infinito, acomodándose, mejor, en el tinglado estelar].

Si pudiera sentir el poder del fuego,
la serenidad de un mar en calma
la transparencia del cristal,
o pudiese comprender
el lenguaje de las miradas.
Si no tuviese de qué arrepentirme.
Si fuera sombra de haya centenaria.
Te podría ayudar.

[Sentidos, todos; dispuestos cada día a calibrar el mundo más íntimo. Estirar la mano e invitar a que los momentos se pueblen; mayor pretensión es como alzarle la falda a la luna, dixit Sabina.]


Si pudiera, si entendiera, si supiera,
pero si en un estallido de galaxias,
por una vez comprendiera.
¿Quedará libre algún hombre,
que le importen las respuestas?
Me harían callar.
Te harían callar.
Nos harían callar.
No gustan las mentes inquietas.
A unos los llaman locos,
y a otros poetas.



Qué poderosa tentación hilvanar palabras con hilos finos de infinito.
Habrá alguien dispuesto a escuchar, a mostrar;
también soledades, que merced a los sentidos, apenas se rozan.
Locos, poetas... otra vía alterna: viandantes.


(Con autorización de Miguel Rubio, Valencia, 1956; encaminador de almas)