Ahora que comprueben lo idóneo de las cavas submarinas, por qué no mudarse al fondo del mar.
En Mont Saint Michel han metido botellas de champaña brut premier a cofres de madera, a quince metros de la superficie, para ver si el espumoso maduró y obtuvo mejor sabor, por la temperatura constante, el movimiento del mar que mece las botellas y la inexistencia de rayos UV.
Quizá sea un buen lugar de refugio, tranquilidad... añejamiento.