El primer artículo periodístico que escribí, hace varios años, fue sobre el tema del 'grafiti' [del italiano graffiti, que alude a grafito].
Mencionaba la falta de respeto, de parte de los jóvenes, a la propiedad privada; que necesitaban foros de expresión, y eso lo podían posibilitar las instituciones y bla.
Esta mañana de domingo (20n), que traía consigo un fluír fresco y suave, me entero, al salir al mercado, del hallazgo.
Seguramente fue durante la noche, cuando un grupo de jóvenes marcaron sus 'expresiones' en el portón de casa.
Después de la seria molestia que me generó tal suceso, pensé en ellos (lo que engendra el comportamiento); en su desafío ante la sociedad y las autoridades.
Es inconformidad con el 'statu quo' que les ha tocado vivir; símbolos de mostrar poderío sobre todos grupos, e inicios de carreras delictivas, en algunos casos.
El spray metálico se adhirió, además al portón, a una preocupación más por el futuro de las nuevas generaciones.
Necesitamos -más y variadas- fórmulas creativas para desactivar en la juventud ímpetus ilícitos contra la colectividad de la que forman parte.
Y para hacer catarsis, escribo por primera vez un exalto linguístico (aunque verbalmente los use, solo en caso extremo):
¡Cabrones!