Arriesgarse

El pensamiento es un riesgo: el riesgo de la verdad. Pensar es arriesgarse a no tener razón; a quedarse sin el amable calor de las creencias, de los prejuicios, de las inercias, de los silencios.
Pensar es arriesgarse a descubrir lo que no nos gusta de nosotros mismos, incluso lo que de ningún modo es cuestión de gustos. Pensar puede descubrirnos las obligaciones que tenemos pendientes, las deudas que no hemos satisfecho y que interpelan nuestra responsabilidad.
Pensar es responsabilizarse de uno mismo, es, como diría Ortega, la deuda que cada cual tiene consigo mismo. El pensamiento genera inquietud, y ¿quién está dispuesto a vivir a la intemperie de la incertidumbre? El camino de la excelencia comienza ahí: emprendiendo una búsqueda sin cuartel de nuestro yo de verdad, de nuestro destino....¿dónde acaba?