Universos paralelos


Lo que hemos hecho de nuestras vidas es producto del descarte de otras posibilidades; no obstante, conviven en el ático de nuestro recinto todas ellas.
Si hubiera elegido la arqueología como profesión estaría tan lejos de aquí; si hubiera...¿?, y así, infinitas opciones que no fueron porque elegí otras.
El hubiera existe si lo pensamos, porque es de esa argamasa inexistente que sólo responde a una representación, pero innegable que como tal no sea.
‘Lo que no’ subsiste con ‘lo que sí’, aunque esto último sea lo definido, lo que vertebra nuestros días y nos hace abraza, conforta y apasiona.
Cuando el protagonista de ‘Estado Crepuscular’, gran novela de Javier Negrete, se ve incapaz de cumplir con un ligue de discoteca, dice: “en aquel momento de indecisión cuántica, el universo se desdobló, y como siempre, me quedé en el lado en que no debía. (...) Me queda el consuelo de que en algún universo alternativo, otro David Milar hizo lo que tenía que hacer”.
Sea como sea, el hecho de que exista en alguna dimensión cuántica un universo paralelo en el que yo sea una arqueóloga y tú hayas llegado a ser lo que a menudo sueñas, no deja de ser un buen motivo para aderezar, aunque en la imaginación, la certeza de que nuestro tiempo –y más radicalmente, este momento–  es el centro dinámico del universo.