Paja nómada

Convocarse a sí mismo, ajustarse en todo sentido y función y, rodar por llanuras, calles y cuanto escenario vaya presentándose.

Universos paralelos


Lo que hemos hecho de nuestras vidas es producto del descarte de otras posibilidades; no obstante, conviven en el ático de nuestro recinto todas ellas.
Si hubiera elegido la arqueología como profesión estaría tan lejos de aquí; si hubiera...¿?, y así, infinitas opciones que no fueron porque elegí otras.
El hubiera existe si lo pensamos, porque es de esa argamasa inexistente que sólo responde a una representación, pero innegable que como tal no sea.
‘Lo que no’ subsiste con ‘lo que sí’, aunque esto último sea lo definido, lo que vertebra nuestros días y nos hace abraza, conforta y apasiona.
Cuando el protagonista de ‘Estado Crepuscular’, gran novela de Javier Negrete, se ve incapaz de cumplir con un ligue de discoteca, dice: “en aquel momento de indecisión cuántica, el universo se desdobló, y como siempre, me quedé en el lado en que no debía. (...) Me queda el consuelo de que en algún universo alternativo, otro David Milar hizo lo que tenía que hacer”.
Sea como sea, el hecho de que exista en alguna dimensión cuántica un universo paralelo en el que yo sea una arqueóloga y tú hayas llegado a ser lo que a menudo sueñas, no deja de ser un buen motivo para aderezar, aunque en la imaginación, la certeza de que nuestro tiempo –y más radicalmente, este momento–  es el centro dinámico del universo.

Rota

Me superó el significado de una sensación de cansancio que pretendía describir.
'Rota' es rumbo, vencimiento de tropas enemigas, hundimiento, destrucción; también plantas vivaces de la familia de las palmas.
Es el nombre de un tribunal de la sede apostólica romana; una ciudad, una marca de rines; un modo de vida licenciosa y libre; lo que denota uso y desgaste y, hasta el nombre de una de las valquirias (Róta -La que provoca confusión-); concurría a los campos de batalla acompañada de otras valquirias y elegía quiénes debían morir para luego ser conducidos al Valhalla.
En consecuencia, me siento cansada y ya.

Mi veleta plumada


Dónde entretenerse el viento
moviendo la flecha al cuadrante de su ruta
despeinando las plumas de mi gallo
que esta mañana conduce su canto la invisible batuta.
Su ojo en la mañana es color cielo
en la tarde encendido de ocres
en la noche: atrapada una estrella, volándole en el cuello como pañuelo.


Otro mundo

En espera de ver una veleta en fierro con la figura de un gallo estilo Corn Flakes de Kellogg's, miraba al ayudante del maestro herrero soldar un tubo y tomé esta foto con mi teléfono, también pensé:
Si el mundo pudiese volverse a hacer se usaría materia durable, no tóxica, resistente. Se elegiría bien a los habitantes, ninguno que taladre la existencia del otro. Se harían leyes que se cumplieran, pocas pero efectivas. Se elegirían a los gobernantes con base en sus méritos. Sería las artes lo más preciado, no el dinero. No habría represión, desigualdad, pobreza ni injusticia.
La educación permanente de todos los habitantes sería eje. Se laborarían cuatro días, el qinto para el ejercicio de las artes y dos libres.
Los árboles de navidad serían comunitarios, plantados en tierra todos.
El amor sería vértice; la dignidad en uso; el orden como timón y las risas continuas.
El gallo mostrado es lindo, el sueño también, pero irreal; no hay otro mundo en ciernes, sólo hay de una sopa, y... o lo transformamos en un mejor lugar o, lo transformamos en un mejor lugar.

Azoteas

Para  un ingeniero o arquitecto, la azotea es una compacta losa de concreto armado. Para los soñadores un escenario donde los pensamientos y movimientos se secan a los cuatro vientos. Estar más cerca del cielo, despeinarse con el viento, fantasear con arribos inesperados, robarle un beso.

Ni más sangre ni rendición

En México la gente se está muriendo, no sólo de hambre, de acero incrustado en su tórax, cerebro, pulmones; y esto es motivo de alarma, porque no podemos acostumbrarnos a ver la violencia en los medios de comunicación como quien busca los resultados del futbol o las novedades en la cartelera; porque no es admisible que ahora sintamos miedo al emparejarnos a un vehículo de la policía federal, estatal o a los del ejército, cuando en otro tiempo se sentía protección.
Esta ascensión de la violencia en el territorio mexicano, opinan los expertos, no se explica solamente como resultado de la lucha entre las mafias ni como indicador de la exitosa presión gubernamental a los contrabandistas. La muerte autoriza la muerte. El homicidio que carece de consecuencias, el que se exhibe ostentosamente como mecanismo impune para resolver los conflictos, es invitación al homicidio.
Caricaturistas de México, entre ellos Eduardo del Río ‘Rius’, han anunciado este lunes su iniciativa ‘Basta de sangre’, como modo de protesta pacífica contra la violencia. Se exhorta a la ciudadanía que a través de un cartel que puedan colocar en sus carros, en sus oficinas, en las escuelas, retomen la frase "Basta de sangre" y con ello se manifieste el descontento, el desencanto, diciéndole a las autoridades que no están conformes con lo que pasa; pues en este país es difícil que la ciudadanía pueda ser escuchada, refiere Rius, y eso sería una buena forma de hacerlo.
‘Estamos unidos mexicanos’ es otro movimiento ciudadano que busca recuperar la tranquilidad colectiva.
La ciudadanía comienza a moverse contra estas manchas de sangre diarias que nos salpican, porque involucra a nuestra gente amada y a nosotros mismos en los riesgos laterales; porque roba la tranquilidad, nuestra espalda o estómago lo saben; coarta derechos como el de viajar a donde nos interesa o pasear por la noche; incide en las economías de determinados lugares, como quedó de muestra en el pasado periodo vacacional en Morelia, poca ocupación turística; porque dificulta el movimiento de mercancías y las encarece: el limón es la muestra, kilo y medio cuesta alrededor de cincuenta pesos en Michoacán, cuando nos ubicamos en el primer lugar a nivel nacional en cuanto a producción de este cítrico.
Debemos participar más en movimientos ciudadanos, porque estamos solos, las autoridades están pensando en su puesto siguiente o en ganar votos para su partido, que es lo mismo, no estás tú en sus prioridades; ni te ven ni me ven.
Los caminos de la participación son sorprendentes, y aunque pudiesen parecer inciertos, vale la pena intentarlos, como si se tratase de reeditar, de un modo u otro, la gran aventura de vivir, de explorar, de conocer, de procurarse un mundo mejor.

Detalle: el perfume de la magia

Los paraguas. Renoir. 1883.
Lo mejor del conjunto es el detalle, lección que no olvido.
El valor del detalle, que otorga la prueba de realidad, pertenece, tanto a la verdad, como a su simulación; tal como se hace en los buenos relatos literarios, en la creación de la música o, en las obras maestras de la pintura.
Para la observación del detalle, sea como elemento simbólico, como muestra de afecto o, como escrupulosidad al hacer una relación, vendría bien facilitar esa predisposición, sorprenderá el cúmulo de ellos que están en nuestro derredor esperando ser descubiertos, puestos ahí por nuestros seres queridos, por gente desconocida o, por grandes personajes de la historia, literatura, música, pintura, cine, escultura o literatura.
Para ver el detalle no se insta de un complejo proceso lógico, simplemente una atención especial. Pensemos en el caso de la pintura, el ojo, en la perspectiva no alcanza a distinguir el detalle, es menester que la pupila se acerque con interés al cuadro, fijándose asombrada en la minuciosidad y el interés cuidadoso que puso el artista para terminar perfectamente aquello que parecía escondido y que muchos no llegarían quizá a percibir.
Al igual que la pintura, en la vida misma podría buscarse el mismo encanto que deviene de un accidente menor del que succiona la verosimilitud del azar y el perfume de su magia. Ese punto de encantamiento inesperado, como escribe Vicente Verdú, exalta el alma cuando la insignificancia suscita la auténtica significación y cuando la menudencia descuidadamente, provoca la sorprendente escala de lo magnífico.

La vida por trimestres

Manuel Vicent se traza la vida por trimestres para que el tiempo se comprima, pues no te ahoga el mar, sino una ola, y te salvas si esquivas el zarpazo de esa ola concreta, si no dejas que tu ánimo sobrecogido por la grandeza de la adversidad, sea arrastrado al abismo por un encrespado mar insondable.
"Las olas baten nuestro espíritu llevando en su seno un dolor o un placer que siempre acaba por pasar de largo", indica el escritor, pues luego el mar se calma y vuelves a navegar.
He encontrado en Vicent, desde hace varios años, un motivo más para disfrutar los domingos, porque sale su columna en el periódico El País, acompañada de una excelente revista dominical: un gourmet.

Justicia social

Arriesgarse

El pensamiento es un riesgo: el riesgo de la verdad. Pensar es arriesgarse a no tener razón; a quedarse sin el amable calor de las creencias, de los prejuicios, de las inercias, de los silencios.
Pensar es arriesgarse a descubrir lo que no nos gusta de nosotros mismos, incluso lo que de ningún modo es cuestión de gustos. Pensar puede descubrirnos las obligaciones que tenemos pendientes, las deudas que no hemos satisfecho y que interpelan nuestra responsabilidad.
Pensar es responsabilizarse de uno mismo, es, como diría Ortega, la deuda que cada cual tiene consigo mismo. El pensamiento genera inquietud, y ¿quién está dispuesto a vivir a la intemperie de la incertidumbre? El camino de la excelencia comienza ahí: emprendiendo una búsqueda sin cuartel de nuestro yo de verdad, de nuestro destino....¿dónde acaba? 

Silencios exquisitos

Haciéndose albornoces con sus pétalos para protegerse del frío, las flores de jardín luchan por la vida, y ahí están: firmes, que no es poco.
Las flores viven y dejan vivir; acompañan con un silencio exquisito y se expresan sólo para ser apreciadas. Se dejan mirar sin necesitar observarnos, nos permiten disfrutarlas sin pedir después nada a cambio. Respiran a nuestro lado, y cuando mueren lo hacen suavemente, como seguramente preferiríamos morir nosotros mismos.
Los cementerios se colman de flores, asumiendo implícitamente que ellas son lo mejor que podríamos haber ofrecido de nosotros mismos: la imagen y semejanza de una existencia donde sin clamor se ama y luce, y sin dolor se desaparece.

Made in ilusión

 
No es este tipo de ilusión (la óptica) a la que busco referirme. Vale decir que un recuerdo de mi infancia es esta imagen, en un libro de mi hermana mayor, siempre veía a la anciana con el abrigo café y el rebozo blanco, hasta que un día descubrí a la dama joven con tocado de novia.
Las ilusiones ópticas son una delicia, porque descubre uno sus propias flaquezas y se ríe de ellas.
La ilusión de la realidad, merced al uso del talento de lo posible, es fantástica; en este espectacular, el probable responsable es objeto de la luz, el desvelamiento de la verdad, quién podría dudar que él fue, pero no adelantar juicios, que su inocencia perdura hasta que se demuestre lo contrario; tampoco es mi punto nodal ahora. Intentemos otro.

La ilusión que imagina y crea hermosos mundos paralelos; la que contenta y hace suspirar; la que despega del suelo y remonta más allá de los sueños; la que transita por el alma y se encuentra con la almohada.
A todos los hombres y mujeres que hacen posible que las ilusiones pervivan en los pequeños corazones soñadores, mi reconocimiento.

Carta al pequeño 2011

Pequeño 2011:
Llegas inocente, no sabes cuánta cosa terrible le tocó a tu hermano 2010, el pobre ya se tenía que detener el corazón con la mano, porque andaba en sus finales roto. Descansará en paz luego de tanto sobresalto.
Los dones que traes en tus alforjas compártelos con gente buena, que abunda; no los apuestes en la calle ni los cambies por dólares de la mafia.
Abraza a los niños, protege a los ancianos; que se vaya en tu año el menos número posible de personas.
A los políticos bríncalos, ellos buscarán en tu tiempo hacer campaña electoral, serán cantos de sirena, que no te seduzcan si no son genuinos sus proyectos de reivindicación social.
Enfila tus cañones, desde el primer lunes, a esa comisión de obstáculos que nos acecha con tanta frecuencia, entorpeciendo las ganas de hacer.
Representas el tiempo, pequeño 2011, así que destaca la fuerza del presente, abrillanta el ánimo y la esperanza de que otro mundo es posible.
Moja las balas, a modo de travesura, para que ningún arma se dispare en contra de ser humano alguno.
Crecerás con los meses, no te pierdas la magia del instante ni la sonrisa por lo simple.
Acorázate con dignidad y fortaleza, que queremos vernos y verte en tu final entero.
Abrazos y besos.

La lección de Jano

'Jano', Alfonso Ortiz Remacha (Zaragoza, 1969)

Situado en el inexistente límite entre el pasado y el porvenir, Jano ejercía sus dominios sobre los comienzos, pues a él se consagraban la mañana, el día primero del mes, el mes primero del año y del siglo.
Dos caras para vigilar, a la vez, ambos lados de la puerta.
Así pues, al principiar el año la cabeza geminada del dios preside nuestros primeros empeños y nuestros primeros afanes. Como en el emblema de Alciato, su cara más insatisfecha contempla el largo trecho de los meses pretéritos y su cara esperanzadora se esfuerza en vislumbrar, entre las nubes iniciales, la prosperidad de los meses venideros. Para Jano no hay presente; el presente es apenas el fugaz instante que divide lo que se fue de lo que viene.
Lo malo de la dualidad es la incertidumbre, el no saber qué hacer ni a qué fuerzas ceder.  Lo bueno de la dualidad es la posibilidad de construir hacia delante sin despreciar la experiencia de la historia pasada. 
Pretendiendo extraer siempre lo mejor de las cosas que nos rodean, Jano nos ofrece una enseñanza: no cifrar los sueños tan sólo en el presente, pues nada es duradero cuando se apoya en la fragilidad de un minuto que vuela y pasa.
Para soñar hay que tener buen material de ideales con que conformar las nuevas imágenes: el pasado las aporta con su rica carga de ejemplos y sapiencia. Para soñar hay que saber qué es lo que se quiere y adónde se quiere llegar: el futuro sonríe de este modo a quienes ansían arribar a él con una finalidad certera.