De globos y vuelos

Los globos tienen dos posibilidades: a) quedarse bajo un techo hasta convertirse en un detritus; o, b) ser fulgurantes naves de vuelo, hasta que el destino los alcance.
Cuando el globo, en su vuelo, enreda su hilo o su cuerpo en las ramas de un árbol, queda más de un afán empañado: el del globo y el de quien acompaña con su mirada su vuelo.
Ramas cortantes que no dejan ir más allá, que todo vuelo cercano les fastidia; estiran sus manos puntiagudas, leñosas y atrapan, derrumban, arrasan.
El sol, que es luz, energía, puede darle a cualquier cuerpo vencido nueva vida.