Principio de sobrevivencia

¡Bienaventurados los que no esperan nada (de los demás) porque no serán decepcionados!
Plantea Julie Norem, investigadora de la Universidad de Wellesley, de Estados Unidos de Norteamérica (The Positive Power of Negative Thinking) que el optimista contribuye con sus expectativas a incrementar la ansiedad y, más tarde, a sufrir hondas depresiones. La ventaja del pensamiento pesimista es que prepara para no esperar nada o dispone para lo peor. De esa manera, todo lo que ocurra por encima de la catástrofe se convierte en beneficio. A la vida se le ha pedido demasiado, sintetiza Julie Norem, pero la vida es lo que es e, incluso, menos.
Siguiendo la teoría de Norem, aunque quizá no a su extremo, podríamos entonces concluir que no deberíamos esperar tanto de los demás; este principio quitaría la presión que bulle en nosotros cuando las cosas no salen como las esperamos o, como creemos que merecemos que pasen.
De nosotros, creo, sí podemos esperar, y mucho.