Presencias ausentes

Poseer un locker en la escuela fue un anhelo.
No sólo por evitar el trajín de todos los libros y libretas a casa cada día, 'secula secularum'; iba más allá.
Ese espacio tan personal en un contexto común; la posibilidad de nombrar con imágenes o afiches las pasiones de la etapa: personajes, ideas, conceptos, amores secretos o revelados.
Según las películas, en el corredor de los lockers: el débil se enfrenta al instigador y suele caer bien parado; los guapos pasan con un balón en las manos; las lindas lo traspasan charlando; se descubren secretos; las tramas nacen y culminan entre paredes forradas de acero.
Nunca lo tuve.
Las ausencias nos hacen vertebrar más presencias, a veces, que si lo hubiésemos palpado en la vía real.