Vivir es perder

Hubo algo que, de niño, se le perdió a Fernando Savater; a los cuatro o cinco años tenía una foca negra de goma de su tamaño, a la que permanece golosamente abrazado en alguna foto de la época.
Y se pregunta: '¿dónde estará ahora mi foca? si la materia ni se crea ni se destruye, las moléculas seguirán presentes en el inabarcable universo, quién sabe dónde, quizá bajo otra forma, bajo otro cielo, respondiendo a distintas urgencias o caricias'.
Igual la tapa de mi botella de agua, tu calcetín, aquel arete, la mancuernilla; aquél amor, aquél deseo.
Vivir es perder, por eso se aconseja, a quien quiera saber un poco del vivir, adiestrarse mucho en romper, hacerse perito en despedidas, aprender a renunciar con más alegría que resignación.
Qué vida.