De amores y amigos por la red

Era 1999, y Manuel Vicent (El País) escribía:
“En la vida ordinaria las parejas se enamoran de fuera hacia adentro. Primero se interpone el cuerpo y después con un poco de suerte llega el alma. Pero cada día son más las parejas que se relacionan por primera vez por medio de Internet. En este caso, al contrario que en la vida ordinaria, el amor se desarrolla de adentro hacia afuera. Alguien lanza un mensaje anónimo a la red, con un nombre supuesto. A este reclamo acude desde el otro lado del planeta una internauta y en la pantalla del ordenador se produce un primer contacto entre dos almas desconocidas que empiezan a ofrecerse datos de su espíritu: deseos, fantasías, falsos sueños, promesas imaginarias, aspiraciones de belleza, todos esos materiales con que se fabrica una gran pasión. El cuerpo no ha intervenido todavía”.
Después de narrar un vínculo entre dos personas de puntos alejados, cierra Vicent diciendo: “La sorpresa que se llevaron fue la contraria que se produce cuando alguien, fuera de Internet, se enamora de un cuerpo espléndido y se encuentra con un alma idiota”.
La mayoría pensamos que los vínculos por la red son insubstanciales y, por ello, difícilmente pueden conducir a amasar una relación sólida de amor o amistad. Preferimos tocar, oler, escuchar, probar el sabor en viva experiencia.
Descubro, sin embargo, que lo que dice Vicent es en parte cierto porque, en el caso de las redes sociales, Twitter en específico, uno se va vinculando a personas que tienen semejantes predilecciones; así se van tejiendo amistades hermosas que se antojan para que acompañen el resto de la vida.
Las labores de hoy en día, tan estrechamente ligadas a la computadora; la inseguridad de la calle; la falta de tiempo para cruzar la ciudad y tomarse un café con ese antiguo amigo o amiga, están enfilando a descubrirnos en otro escenario.
Hemos de sacar lo mejor de cada tiempo, y si la pauta es electrónica, por las razones citadas, quedémonos con un pie en la tierra y otro en el espacio.
En el amor, creo en la convocatoria del roce cercano.