Los cipreses de Van Gogh

Árbol sagrado entre numerosos pueblos; gracias a su longevidad y a su verdor persistentes. Común en los cementerios por su símbolo de flama.
El cielo y la tierra unidos en su distintivo.
En la China antigua se creía que la resina del ciprés permitía, si uno se frotaba con ella los talones, andar sobre las aguas. Volvía el cuerpo ligero.
Perfumado, de madera incorruptible como la del cedro. En heráldica, simboliza elevados y nobles sentimientos.
Van Gogh los pintó en más de 40 cuadros; en una carta dirigida a su hermano Théo en junio de 1889, mencionó: “Los cipreses me preocupan siempre [...] porque me sorprende que nadie los haya hecho todavía como los veo yo.”
He plantado mi árbol predilecto en casa y, ahí va.