Un lobo adaptado

Las niñas (y niños) ya no corren peligro en los bosques, no existen en su entorno.
Hoy día la amenaza camina sobre el concreto gris.
El lobo que acecha en nuestro tiempo a los pequeños puede tener rostro amable, incluso, dulces en las bolsas.
Un vecino, un familiar, un amigo de la casa; ahí puede estar un lobo, frotándose las manos mientras esconde sus colmillos en las comisuras de sus fauces.
Hay historias que terminan con una nube de aves carroñeras sobrevolando un basurero municipal. No existe imagen más genuina del terror moderno.
Los leñadores no salvan las escenas del ahora; sólo la atención viva de los padres.